El 25 de Mayo de 1810, se dio un grito de libertad para nuestra patria. El 9 de julio de 1816, los representantes de las Provincias Unidas declararon la independencia nacional. Hoy, la realidad no es igual y pocos se plantean actualizar aquel grito de libertad y seguir en la búsqueda de una verdadera independencia. Sin embargo, eso no debe desalentarnos y tenemos que sobreponernos con una mirada esperanzadora.
Es importante entender que la democracia puede padecer momentos de conflictividad, pero eso no implica descreer de ella. En esas situaciones complejas, el modo más sabio y oportuno de abordarlas y superarlas es procurar consensos a través del diálogo. Pero nunca llegaremos a la capacidad de dialogar sin una sincera reconcilicación. Se requiere renovar la confianza mutua con verdad y con justicia. Las heridas abiertas de nuestra historia pueden cicatrizar. Porque mientras haya desconfianza y prejuicios, no será posible crecer y avanzar. Todos debemos ser co-responsables de la construcción del bien común.
Gaia Misiones
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