Bien sabemos que el turismo es una de las actividades económicas más importantes que existen, y que muchas veces, en regiones como la nuestra enfrenta múltiples problemas relacionados con la falta de infraestructura, de equipamiento, de personal suficientemente capacitado y también dificultades financieras que no permiten inversiones en el sector; a todo ello, hoy en tiempos de globalización, debemos agregar un nuevo factor: El Cambio Climático.
Algunos países ya están adaptando la actividad turística a este flagelo que afecta al mundo, veamos algunos ejemplos.
Durante el año 2005 apareció una nueva isla a 640 kilómetros del Círculo Polar Ártico, en la fría Groenlandia. El trozo de tierra había estado siempre allí, pero el hielo glacial lo había mantenido unido al litoral, haciéndolo pasar inadvertido durante siglos. Este hallazgo es una prueba evidente de los estragos del cambio climático en el planeta.
Pero de todo se puede extraer un beneficio. La historia de “la Isla del Calentamiento” se convirtió en un símbolo del cambio climático y también en un destino turístico, ya que desde entonces se organizan viajes en barco al islote para dar cuenta de las alteraciones del clima.
La disminución generalizada de los glaciares y los casquetes polares y el aumento de la temperatura de la superficie oceánica han contribuido a subidas del nivel del mar y a nuevas reacciones biológicas en los ecosistemas y en las especies. El turismo trata de adaptarse a este nuevo contexto. Es muy probable que las condiciones climatológicas que atraen el turismo se desplacen hacia latitudes y altitudes superiores.
De ese modo, está previsto que pierdan posición competitiva algunas zonas turísticas populares. Por ejemplo, el mar Mediterráneo en verano, el Caribe y el nordeste brasileño, ya que las áreas templadas y frías comienzan a presentar condiciones más apropiadas para poder veranear.
En países como Finlandia la nieve derretida ha despejado caminos donde antes solo había hielo y las principales agencias de viajes finlandesas han empezado a sustituir las motonieves por otros medio móviles, ya que los inviernos son más suaves y cortos e incrementan el turismo.
Lo mismo ocurre en Noruega, donde las empresas del sector han cambiado su oferta de paseos a pie por los glaciares y la han sustituido por expediciones en botes.
En España, el éxito turístico de los países del norte está empezando a ser perceptible para algunos. Las Islas Canarias sufren por la bonanza meteorológica de las hasta ahora congeladas capitales del centro y norte de Europa: los europeos van menos a Canarias y en estancias más cortas, originando un impacto negativo desde el punto de vista económico.
Las predicciones señalan que la cosa no irá mejor en la costa del mediterráneo y en todos aquellos países con un amplio frente marítimo, ya que el aumento del nivel del mar se comerá 15 metros de playa, antes de 2050, incluyendo la costa bonaerense (Villa Gesell, Pinamar, Mar del Plata). Todas las recomendaciones apuntan al mismo sentido: alejar ya las construcciones en marcha junto a la costa ante la crecida de los mares, que suben a un ritmo de 2.5 milímetros al año.
La situación en el mundo ante el inminente cambio climático no es dramática pero sí preocupante. En nuestro país, el cambio climático es un fenómeno del que nadie duda y si no nos preparamos para el futuro nos quedaremos atrás antes de lo que pensamos. En gran parte del territorio nacional hay evidencias de una tendencia creciente de la temperatura para las últimas cuatro décadas.
Esto se refleja mejor en las temperaturas mínimas, disminuyendo las diferencias entre las temperaturas máximas y mínimas diarias en extensas regiones del país. Este hecho conduce a aumentar la sensación de falta de confort en aquellas regiones en donde la escasa amplitud diaria en épocas estivales se manifiesta con cierta intensidad.
En Misiones se prevé un aumento de las temperaturas de 0,5 a 0,7 grados centígrados en la ribera del Paraná y para la ribera del Uruguay 0,6 a 0,8grados centígrados; y un crecimiento de las precipitaciones de 100 a 150 milímetros más.
Se tendrá que tener en cuenta enfermedades endémicas como el mal de chagas, dengue, paludismo, leishmaniasis visceral o la fiebre amarilla, producto de la tropicalización del clima.
Cabe destacar que el cambio climático en Misiones producirá además efectos negativos en la producción agrícola, y en la actividad turística, ya que como consecuencia del aumento de la temperatura y la aparición de enfermedades tropicales, los turistas que ingresen a la región deberán hacerlo munidos con una serie de medicamentos y certificaciones de vacunas contra las enfermedades propia de los trópicos. Este hecho podría condicionar la llegada masiva de visitantes a nuestra provincia, ya que cuando uno elige un destino turístico tiene en cuanta fundamentalmente las cuestiones sanitarias y las enfermedades que uno pueda contraer, sobre todo cuando hay niños de por medio.
El calentamiento global es un hecho, y la provincia de Misiones no escapa al mismo, con graves impactos para la sociedad, el medio ambiente y actividades económicas como el turismo, herramienta esencial para el desenvolvimiento de Misiones.
Algunos países ya están adaptando la actividad turística a este flagelo que afecta al mundo, veamos algunos ejemplos.
Durante el año 2005 apareció una nueva isla a 640 kilómetros del Círculo Polar Ártico, en la fría Groenlandia. El trozo de tierra había estado siempre allí, pero el hielo glacial lo había mantenido unido al litoral, haciéndolo pasar inadvertido durante siglos. Este hallazgo es una prueba evidente de los estragos del cambio climático en el planeta.
Pero de todo se puede extraer un beneficio. La historia de “la Isla del Calentamiento” se convirtió en un símbolo del cambio climático y también en un destino turístico, ya que desde entonces se organizan viajes en barco al islote para dar cuenta de las alteraciones del clima.
La disminución generalizada de los glaciares y los casquetes polares y el aumento de la temperatura de la superficie oceánica han contribuido a subidas del nivel del mar y a nuevas reacciones biológicas en los ecosistemas y en las especies. El turismo trata de adaptarse a este nuevo contexto. Es muy probable que las condiciones climatológicas que atraen el turismo se desplacen hacia latitudes y altitudes superiores.
De ese modo, está previsto que pierdan posición competitiva algunas zonas turísticas populares. Por ejemplo, el mar Mediterráneo en verano, el Caribe y el nordeste brasileño, ya que las áreas templadas y frías comienzan a presentar condiciones más apropiadas para poder veranear.
En países como Finlandia la nieve derretida ha despejado caminos donde antes solo había hielo y las principales agencias de viajes finlandesas han empezado a sustituir las motonieves por otros medio móviles, ya que los inviernos son más suaves y cortos e incrementan el turismo.
Lo mismo ocurre en Noruega, donde las empresas del sector han cambiado su oferta de paseos a pie por los glaciares y la han sustituido por expediciones en botes.
En España, el éxito turístico de los países del norte está empezando a ser perceptible para algunos. Las Islas Canarias sufren por la bonanza meteorológica de las hasta ahora congeladas capitales del centro y norte de Europa: los europeos van menos a Canarias y en estancias más cortas, originando un impacto negativo desde el punto de vista económico.
Las predicciones señalan que la cosa no irá mejor en la costa del mediterráneo y en todos aquellos países con un amplio frente marítimo, ya que el aumento del nivel del mar se comerá 15 metros de playa, antes de 2050, incluyendo la costa bonaerense (Villa Gesell, Pinamar, Mar del Plata). Todas las recomendaciones apuntan al mismo sentido: alejar ya las construcciones en marcha junto a la costa ante la crecida de los mares, que suben a un ritmo de 2.5 milímetros al año.
La situación en el mundo ante el inminente cambio climático no es dramática pero sí preocupante. En nuestro país, el cambio climático es un fenómeno del que nadie duda y si no nos preparamos para el futuro nos quedaremos atrás antes de lo que pensamos. En gran parte del territorio nacional hay evidencias de una tendencia creciente de la temperatura para las últimas cuatro décadas.
Esto se refleja mejor en las temperaturas mínimas, disminuyendo las diferencias entre las temperaturas máximas y mínimas diarias en extensas regiones del país. Este hecho conduce a aumentar la sensación de falta de confort en aquellas regiones en donde la escasa amplitud diaria en épocas estivales se manifiesta con cierta intensidad.
En Misiones se prevé un aumento de las temperaturas de 0,5 a 0,7 grados centígrados en la ribera del Paraná y para la ribera del Uruguay 0,6 a 0,8grados centígrados; y un crecimiento de las precipitaciones de 100 a 150 milímetros más.
Se tendrá que tener en cuenta enfermedades endémicas como el mal de chagas, dengue, paludismo, leishmaniasis visceral o la fiebre amarilla, producto de la tropicalización del clima.
Cabe destacar que el cambio climático en Misiones producirá además efectos negativos en la producción agrícola, y en la actividad turística, ya que como consecuencia del aumento de la temperatura y la aparición de enfermedades tropicales, los turistas que ingresen a la región deberán hacerlo munidos con una serie de medicamentos y certificaciones de vacunas contra las enfermedades propia de los trópicos. Este hecho podría condicionar la llegada masiva de visitantes a nuestra provincia, ya que cuando uno elige un destino turístico tiene en cuanta fundamentalmente las cuestiones sanitarias y las enfermedades que uno pueda contraer, sobre todo cuando hay niños de por medio.
El calentamiento global es un hecho, y la provincia de Misiones no escapa al mismo, con graves impactos para la sociedad, el medio ambiente y actividades económicas como el turismo, herramienta esencial para el desenvolvimiento de Misiones.
El aumento de temperaturas está haciendo pensar a todas las compañías relacionadas con el turismo. El éxito futuro dependerá de cómo evolucione el calentamiento en los próximos años, pero también de quién sea más rápido en amoldarse a las nuevas situaciones. Mientras eso sucede, los países o las zonas que, por su inhospitalidad, nunca habían sido gusto de turistas viven ahora su minuto de gloria como símbolos palpables de un fenómeno que algunos no creían, mientras otras regiones como la nuestra deben idear políticas y nuevas campañas publicitarias para luchar contra la rápida transformación del ambiente y la aparición de enfermedades tropicales.
Licenciado Sergio Luis Alberto Páez
Departamento de Geografía
Instituto Superior "Antonio Ruiz de Montoya"
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