jueves, 12 de febrero de 2009

“Tras la catástrofe, los efectos del alud”



El alud ya pasó, ahora quedan las secuelas, sin agua, sin electricidad y con dificultades para el transporte, Tartagal se prepara para enfrentar las consecuencias del desastre que causó el alud de tierra que arrasó el pasado 9 de febrero la ciudad norteña de la provincia de Salta.

Pese al peligro de derrumbes, unos 3500 vecinos del barrio Santa María se niegan a abandonar sus viviendas situadas a orillas del río Tartagal, el mismo cauce que transformó en escombros una ciudad entera.

La ciudad, luego de la catástrofe impulsada por la acción antrópica (deforestación, etc.) se encuentra en Alerta Sanitario, sobre todo teniendo en cuenta las altas temperaturas que se registran en la zona y la posible proliferación de enfermedades producto de las inundaciones, el barro y la suciedad.

Estas enfermedades son de dos clases, las denominadas zoonosis e hídricas. Una zoonosis es una enfermedad que puede transmitirse de animales vertebrados o de insectos a personas. La palabra se deriva del griego zoon (animal) y nosos (enfermedad) como el Paludismo o el Dengue, y las hídricas, aquellas transmitidas por el agua (Hepatitis A y Gastrointestinales).

De hecho, antes del desborde del río, la ciudad de Tartagal ya sufría las consecuencias del dengue. Después del trágico aluvión que inundó la ciudad, se enciende una alarma entre las autoridades para evitar el contagio masivo. La acumulación de agua estancada ayuda a la procreación del mosquito Aedes aegypti.

La mejor forma de prevenir la proliferación de estas enfermedades es asistiendo a las personas lo más rápido posible. Brindando asistencia médica, lo que implica, entre otras cosas, la distribución de antibióticos y asegurando el acceso a los servicios sanitarios.

Equipo de Gaia Misiones

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