jueves, 25 de junio de 2020

Repensar el abordaje didáctico de la clase ¿Cómo son nuestras clases de Geografía en el ámbito en el que nos desenvolvemos?




El aula concebida como un espacio de aprendizaje es un lugar donde se imparte conocimiento, se socializa, se generan múltiples aprendizajes en función a múltiples métodos de enseñanza, es un espacio del “encuentro”. Ese espacio del encuentro debe ser reflexivo, abierto, dinámico, de problematizar ejes, y transformador para el sujeto que aprende, por lo cual el rol docente es fundamental. Es primordial interrogarse ¿cuáles son los significados que se desprenden del análisis de la clase?
Según Steiman J (2010), para el análisis didáctico de la clase es necesario desligarse de ciertas estructuras de la misma, de iniciar siempre con la motivación, de reconocer los saberes previos de los estudiantes o de unir grupos para tal o cual actividad. Sino que la idea es la de buscar los problemas sustantivos de la clase, es decir analizar nuestras decisiones para finalmente encontrar las acciones teóricas.
Estos problemas sustantivos se dan porque en cada clase ocurren diferentes situaciones donde el docente debe centrarse en categorías conceptuales de la misma, en el enfoque epistemológico, en las secuencias didácticas, en las propuestas de aprendizajes, en el discurso e intencionalidad, en las formas de interrogar a los estudiantes, entre otras. Atendiendo a estas situaciones podemos “repensar” el modo en que ingresamos a nuestra clase y de qué manera la representamos. Es aquí donde se plantea que, pensar la clase requiere de “segmentar” la misma en tres componentes:
1-    Intencionalidad del Docente
2-    Desafío cognitivo del estudiante
3-    Formato didáctico
En el caso del primero, la “intencionalidad” por parte del docente, se refiere al propósito por el cual ha decidido realizar una propuesta determinada bajo un particular formato didáctico en un momento de la clase. Entre los propósitos docentes referidos a los segmentos de la clase, podríamos ejemplificar con:
- favorecer las vinculaciones entre los saberes disponibles y el contenido a enseñar;
- favorecer la disponibilidad para el aprendizaje o concentrar la atención;
-enseñar un contenido nuevo;
- evaluar los aprendizajes;
- proponer situaciones para hacer uso un contenido aprendido;
- plantear problemas, etc.
En el segundo caso, el “desafío cognitivo”, tienen que ver con las estructuras del pensamiento, la memoria, la percepción, la atención, la comunicación, la orientación, la compresión, la resolución de problemas, etc
El tercero y último, referido al “formato didáctico” como el tipo de organización didáctica que el docente da a la propuesta de actividad que presentará a los alumnos y en la que, a los efectos de tomar la decisión, considera tanto su intencionalidad como el desafío cognitivo que quiere proponer. Aquí se puede reflexionar y pensar en variadas formas de trabajar didácticamente con los alumnos.
En estos segmentos de la clase aparecen una serie de decisiones “macros” o de antemano o pensadas y “micros” que atienden a la espontaneidad, son las que se toman ‘en’ la práctica y que se vinculan con la necesidad de responder a los desafíos de lo inesperado.
Con estas decisiones aparecen los supuestos que sostienen acerca de cómo se enseña, cómo se aprende, a cuestiones vinculadas al saber, a qué es una clase o una buena clase, etc.
Tomando como referencia lo dicho anteriormente, hay que buscar la interpelación. Los docentes debemos interpelarnos sobre nuestra clase, sobre esos segmentos tan importantes de la misma y en especial a los supuestos subyacentes.
En síntesis, el análisis de la clase está estructurado atendiendo a los problemas sustantivos de la misma, según una serie de segmentos, en decisiones y en los supuestos que subyacen a la clase y las prácticas.

                                                                                         Lic. Sebastián Mayol


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