domingo, 9 de marzo de 2014

Cambio Climático, más rápido y furioso




El cambio climático es un hecho inequívoco y el hombre es el culpable en un 95% del calentamiento global. Esa es la conclusión categórica del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas. Así lo anunció a finales de 2013, cuando presentó su primer informe científico después de siete años de estudios, análisis y elaboración.

El reporte conocido, como AR5, no aporta grandes novedades con respecto al de 2007, cuando los investigadores atribuían un 5% menos de la responsabilidad del cambio climático a los humanos y pronosticaban un leve aumento de las temperaturas promedio global de cerca de medio grado Celsius. Se sabía que desde 1950, los cambios en el sistema climático no tuvieron precedentes en los últimos 1.400 años. Sin embargo, el informe de 2013 arroja nuevas y certeras evidencias sobre la velocidad del cambio climático y la agresividad de sus efectos: un mayor aumento de la frecuencia de las oleadas de calor (tales como las vividas en la provincia de Misiones y en gran parte del cono sudamericano), sequias, inundaciones e incremento del nivel del mar. Y todo a un ritmo más acelerado. Ahora, han constatado que las últimas tres décadas han sido más cálidas que las anteriores en la superficie del planeta y más calientes que cualquier otro período desde 1850. 

La causa principal: el coctel de gases de efecto invernadero que las actividades humanas producen: la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón) que despiden los vehículos, las fábricas, la deforestación y la explotación agrícola masiva.

Armados con tecnología de punta y última generación, los más de mil investigadores que colaboran en el estudio tienen modelos climáticos más precisos y globales que contemplan muchas más variables y requieren cálculos mucho más complejos. Eso ha alterado las proyecciones de escenarios futuros. Los nuevos resultados demuestran que para el año 2100 la temperatura subirá entre 1,5ºC y 4,5ºC (la estimación de 2007 era de 2 a 4,5ºC), el nivel del mar podría subir entre 26 y 82 centímetros a finales del siglo (la estimación de 2007 era de 18 a 59 centímetros).

Los científicos estiman que los fenómenos climáticos conocidos como “tormentas del siglo” impactarán la Tierra cada veinte años o incluso menos. Eso significa que los tornados categoría cinco como el que azotó Moore (Oklahoma), huracanes como Sandy o Katrina y tifones como Haiyán, que ocasionó devastadoras y fatales inundaciones en Filipinas en noviembre del año pasado, serán cada vez más comunes, en frecuencia y fuerza.

En este sentido en la Argentina deberíamos estar atentos ante la aparición – cada vez más seguida- de tormentas severas, con grandes descargas eléctricas y de otros eventos meteorológicos  con características similares.

 Es importante recordar que las olas de frio polar que afectaron a Canadá y a los Estados Unidos con temperaturas históricas (en la ciudad de Chicago se registró -54ºC) también están asociadas al cambio climático y a un nuevo patrón de comportamiento de las masas de aire y de la circulación de los vientos. La masa de aire polar llegó a ser tan potente que afectó a varios países de Centroamérica,  inclusive a la región del Caribe con una disminución de la temperatura (algo extraño en estas latitudes) y lluvias y tormentas en plena estación seca. Estos efectos se sintieron desde La Florida, hasta Cuba y Roatán en Honduras.

Aún cuando las evidencias científicas del cambio climático son más contundentes hoy que hace una década y la necesidad de disminuir la contaminación que causamos es inminente, el mundo parece no estar de acuerdo en cómo cambiar el rumbo de las cosas. Eso quedó constatado una vez más cuando doscientos países de la Conferencia del Clima de las Naciones Unidas se reunieron en Varsovia (Polonia) a finales de 2013 en la COP19. La palabra “compromiso” fue la gran ausente del evento; en su defecto, las delegaciones hablaron de “contribuciones” con respecto al clima.

El mayor punto de discordia sigue siendo que los países desarrollados industrializados no quieren asumir su responsabilidad histórica en cuanto a la contaminación y el consecuente cambio climático, pero sí pretenden que las potencias emergentes del mundo en desarrollo asuman compromisos y limiten su crecimiento.

La única medida concreta que surgió de la COP19 fue un acuerdo que incluye nuevos mecanismos para proteger los bosques tropicales, dada su capacidad de absorber dióxido de carbono. Otra vez queda pendiente el “como” de dichos mecanismos, al igual que la cuestión de la financiación a largo plazo de medidas contra el cambio climático, con un llamamiento a los países desarrollados para alcanzar la movilización de 100.000 millones de dólares para 2020 a partir de fondos públicos y privados. La saga climática continúa.

                                                                                                              Lic. Sergio Páez
                                                                                                       Dpto. de  Geografía  - ISARM

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