martes, 18 de junio de 2013

MUCHOS MIRAN, POCOS VEN - El asombro como origen del conocimiento reflexivo de la geografía.


Con este breve artículo se pretende reflexionar sobre una de las actitudes más básicas y elementales (esenciales) para iniciar un camino de reflexión, en este caso particular, en relación a los estudios e investigaciones geográficas y gosóficas. Se trata del asombro –según Platón -  admiración –según Aristóteles – como actitud que moviliza e impulsa a conocer.

Todo conocimiento se iniciará a partir de esta experiencia, de lo contrario no habrá conocimiento. En palabras del mismo Aristóteles: “Los hombres —ahora y desde el principio—comenzaron a filosofar al quedarse maravillados ante algo, maravillándose en un primer momento ante lo que comúnmente causa extrañeza y después, al progresar poco a poco, sintiéndose perplejos también ante cosas de mayor importancia, por ejemplo, ante las peculiaridades de la luna, y las del sol y los astros, y ante el origen del Todo. Ahora bien, el que se siente perplejo y maravillado reconoce que no sabe (de ahí que el amante del mito [philómythos] sea, a su modo «amante de la sabiduría» [philósophos]; y es que el mito se compone de maravillas). Así, pues, si filosofaron por huir de la ignorancia, es obvio que perseguían el saber por afán de conocimiento y no por utilidad alguna” (Aristóteles)

A los filósofos les gusta llamar a esto el “principio” del filosofar o como lo explica Karl Jaspers, el “origen” del filosofar. Origen que será como la fuente de la que emana en todo tiempo el impulso que mueve a filosofar. Y ¿Cuáles son estos orígenes o fuentes del filosofar? Según Jaspers, son múltiples: “Del asombro, sale la pregunta y el conocimiento, de la duda acerca de lo conocido el examen crítico y la clara certeza, de la conmoción del hombre [situaciones límites] y de la consciencia de estar perdido la cuestión de sí propio” (K. Jaspers, 1978: 15).

Esta vivencia no es privativa de la filosofía, sino que, es una actitud humana que permite encender la curiosidad docta (la buena curiosidad, la que llevará a conocer) tan necesaria para comenzar un camino de investigación, conocimientos y reflexión. Ésta fuente, también es alimento para los geógrafos, es decir, es una actitud justa y necesaria para iniciar y profundizar un estudio científico-reflexivo-geográfico.

¿Puede un estudiante de geografía o un profesional de esta ciencia, iniciar, investigar, profundizar e ir un poco más allá de los datos sin esta actitud.

Seguramente para estudiar no es necesario únicamente capacidad e idoneidad intelectual, sino, además, es pertinente tener un espíritu curioso docto con una buena dosis de voluntad. Querer para poder. Proponerse para “ver” más allá de lo que miro y observo. Preguntar y preguntarse constantemente, bucear tratando de penetrar por todos los intersticios que van apareciendo. Únicamente un estudiante que desde tempranas etapas experimenta estas actitudes, puede convertirse en un profesional solvente y aguerrido.

Profundizando un poco más sobre el asombro – admiración como fuente del saber, habrá que decir que el mismo, implica una actitud fundamental: la contemplación. Ésta, exige por parte de cada uno una especial predisposición, ya que nadie puede ver aquello que no se proponga y quiera ver. Existen muchos mirantes pero pocos contemplativos. Muchos miran sin ver, es decir, sin darse cuenta, sin ser conscientes plenos de aquello que observan.
¿Cómo contemplar? ¿Qué es necesario para ver más allá de mirar?

Sin el ánimo de presentar una receta exhaustiva, primeramente, hay que tener deseos, inquietud. Segundo, predisponerse, esto exige un esfuerzo personal grave de crear un espacio y tiempo adecuado para dedicarse a observar y empezar un camino de búsqueda. Tercero, focalizar la atención. Si bien hoy en día la atención debe ser multimedial y multifocal, no habría que dejar de intentar la concentración unidireccional, al menos en una primera etapa. Todo lo propuesto hasta el momento es un ejercicio continuo y arduo, sobre todo en tiempos donde la dispersión es una constante amenaza para aquellos que pretenden iniciar y profundizar estudios científicos-reflexivos.

Se ha expresado en párrafos precedentes que el asombro como origen del saber no es privativo de los filósofos. Los geógrafos son grandes contemplativos y, esta contemplación, es tan necesaria, sobre todo tratándose de una ciencia social. Los geógrafos –amantes- son contempladores de la gaia. Gaia que no se limita únicamente a lo físico-gráfico, ella es la misma cultura, expresada por todo el globo de diferentes maneras, formas y colores… cultura que se expresa en religiones, en el arte, en la educación de un pueblo. Cultura que exige ser estudiada no únicamente bajo las coordenadas de espacio y tiempo sino además desde el clima, por ejemplo.

Contempladores de las más variadas posibilidades paisajísticas, del turismo, la ecología, de los alcances científicos – tecnológicos que se ofrece hoy a la geografía. Entre otros componentes que se puedan observar y asombrarse. La gaia es continente y contenido. Ella se vuelve fuente de inspiración para un sediento estudiante y profesional de la geografía.

Es hoy, una exigencia vital, asumir una actitud contemplativa, a partir del asombro – admiración para iniciar y profundizar estudios científicos, en este particular caso, estudios geográficos y geosóficos.

El asombro me lleva a las preguntas y, éstas al estudio y, éste último a la reflexión. Se trata de un camino donde se puede crecer y perfeccionarse, madurando cotidianamente al profesional que deseamos ser.

                                                                                                   Lic. Alejandro Tomás Neris

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