domingo, 5 de abril de 2009

El norte del Mar Aral, una gota de agua en un charco de petróleo


El Mar de Aral, una masa de agua situada en Asia central cuya desertización fue la mayor catástrofe ecológica del siglo XX, araña metros de superficie en su minúscula área norte mientras un consorcio petrolero multinacional rastrea el vasto sur en busca de suculentas reservas de hidrocarburos.

Hasta 750 kilómetros cuadrados de mar han resucitado en el norte del Aral en los últimos siete años, coincidiendo con la culminación de la primera fase de un plan de salvamento que se lanzó en 2001 y que cuenta con un presupuesto total de 346 millones de dólares.

Una mejoría esperanzadora que se circunscribe a una reducida parcela del que fuera el cuarto lago más grande del mundo y que empezó su lenta agonía a mediados de los años 50. Entonces, la extinta Unión Soviética decidió desviar parte del agua de los ríos Amu Daria y Syr Daria para abastecer cultivos de regadío en el norte de la URSS, especialmente a plantaciones de arroz y algodón.

Los kazajos lanzaron su plan de salvamento en 2001, financiado en gran medida a través de préstamos del Banco Mundial, después de años de desencuentros entre Uzbekistán, Kazajistán, Tayikistán, Kirguizistán y Turkmenistán, países que formaron la Fundación Internacional para la Salvación del Aral en 1993. Primero se creó un dique que separa las áreas norte y sur del mar, para que el río Syr Daria vertiera su agua en esa zona y se pueda recuperar. Se esperaba que para 2008, el mar volviese a llegar a la ciudad portuaria de Aralsk (al noreste del lago salado) , que entonces quedaba a 120 kilómetros de la orilla y sólo 12 kilómetros han evitado que se alcanzase el objetivo, indicaron hoy en París los responsables del proyecto.

Además, la profundidad del fondo en ese territorio ha aumentado de 30 a 42,1 metros en estos siete años, frente a los 53,4 metros que tenía en 1960. Mientras tanto, un consorcio de petroleras rusas (LUKoil), chinas (China National Petroleum Corporation), malayas (Petronas), coreanas (Korea National Oil Corporation) y uzbecas (Uzbekneftegaz), exploran el inmenso sur del Aral en virtud de un acuerdo alcanzado hace dos años.

Según las estimaciones de los geólogos de la empresa estatal Uzbekneftegaz, ese mar acoge bajo sus escasas aguas reservas de un billón de metros cúbicos de gas natural y más de una treintena de yacimientos de petróleo.

En Kazajistán existen también reservas de petróleo bajo el Aral, pero la legislación local imposibilita su extracción. Pero los hidrocarburos no son sino la última condena del Aral, cuya miseria llegó a todos los rincones del mundo en forma de imágenes, que mostraban barcos pesqueros varados en medio de un desierto. En 1989, año en el que caía el muro de Berlín, se registró un punto de inflexión en la historia de esa masa de agua salada del centro de Asia, cuando el mar se escindió en dos partes -este y oeste- y se comenzó a hablar de “desastre ecológico ”.

La catástrofe continuó avanzando a razón de un metro menos de mar por año, desaparecieron 28 de las 30 especies de sus peces, la industria pesquera se derrumbó y cerca de 16.000 personas abandonaron la región como consecuencia de las malas condiciones sanitarias de la zona y la falta de oportunidades.

Gaia Misiones

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